Me llamo Clara, y este homenaje es para mi abuelo Manuel.
Mi abuelo no era de hablar.
No contaba historias largas ni daba grandes discursos.
Pero siempre estaba.
Estaba sentado en la cocina cuando llegábamos del colegio.
Estaba arreglando algo en silencio cuando hacía falta.
Estaba en todas las comidas familiares, aunque no dijera casi nada.
De pequeña pensaba que los abuelos tenían que contar cuentos o decir cosas importantes.
Con los años entendí que lo importante era su presencia constante.
Que nunca falló.
Cuando alguien lo necesitaba, aparecía.
Sin preguntas, sin explicaciones, sin ruido.
Ese era su modo de querer.
Ahora que ya no está, lo noto en los pequeños detalles:
en las sillas ocupadas de más,
en los silencios que ya no son iguales,
en la tranquilidad que daba saber que él estaba ahí.
Este homenaje es para mi abuelo Manuel,
porque aunque habló poco,
sostuvo mucho más de lo que supimos ver en su momento.
Gracias por estar siempre.
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