El tío Julián y su frase para todo

En mi familia siempre se habló de mi tío-bisabuelo Julián, aunque muchos de nosotros apenas lo conocimos de mayores.

 

Tenía una frase para todo:

 

“Tranquila, ya pasará.”

 

La decía sin prisa, sin dramatismos, sin dar lecciones…

Como alguien que había vivido lo suficiente como para saber que casi todo en la vida se acaba colocando solo.

 

Mi madre cuenta que Julián había pasado por más de lo que contaba:

años de trabajo durísimo, pérdidas, temporadas malas, silencios largos.

Pero nunca usó nada de eso para hacerse el importante.

Solo para consolar.

 

Dice que cuando en la familia había problemas —exámenes, discusiones, enfermedades pequeñas, desilusiones amorosas— todos acababan en la misma silla de anea, frente a él.

 

Y él, sin levantar la voz, repetía:

 

“Tranquila, ya pasará.”

 

Y lo decía de una forma que nadie más ha conseguido imitar.

No era una frase hecha:

era una certeza.

 

Cuando yo crecí, ya era muy mayor.

Apenas caminaba, pero seguía diciendo lo mismo cuando me veía nerviosa:

“No te agobies, hija. Ya pasará.”

 

A veces me pregunto cuántas vidas sostuvo con esa frase.

Cuántas veces hizo de padre sin serlo.

Cuántas lágrimas evitó y cuántos miedos calmó con solo cinco palabras.

 

Hoy, cada vez que algo se complica, me sorprendo repitiéndola sin querer.

Un eco suyo.

 

Y pienso que algunos hombres no dejan herencias grandes,

ni historias extraordinarias…

pero dejan paz, que es aún mejor.

Añadir comentario

Comentarios

Todavía no hay comentarios