Los bisabuelos del portal

En mi familia siempre se habla de ellos, de los bisabuelos del portal.

Dicen que se pasaban el día discutiendo, pero que si uno salía de casa enfadado, al rato el otro iba detrás con la excusa de que “se había olvidado algo”.

Él era cabezota y ella respondona.

Él juraba que el vino era medicina, y ella decía que si fuera así, él ya estaría inmortal.

Pero cada noche se sentaban juntos en el portal, a ver pasar la gente y comentar la vida del pueblo.

Ella sabía todos los cotilleos antes que nadie, y él decía que no le interesaban, aunque siempre se quedaba escuchando hasta el final.

Tuvieron hijos, nietos y un huerto que sobrevivía a todo, porque, según ella, “ni las malas hierbas se atrevían a salirle mal”.

Cuando él murió, alguien le preguntó si lo echaba de menos, y ella respondió:

—Claro que sí, ¿a quién voy a llevarle la contraria ahora?

Su nieta dice que, si los hubiera conocido, les habría grabado solo para poder ver cómo se miraban cuando fingían enfadarse.

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