Agustina Zuleta, la mujer que desafió a la muerte

Esta historia ocurrió en La Paz, provincia de Mendoza (Argentina), hace muchas décadas, durante una terrible epidemia de viruela.

Entre los enfermos estaba Eusebio A. González, un niño pequeño, mi abuelo paterno.
Por el miedo al contagio y la falta de medios, las autoridades habían decidido acabar con la propagación de la enfermedad de la forma más cruel: quemando vivos a los contagiados.

Cuando llevaban a los enfermos en un carro hacia su destino, una mujer reconoció a uno de los niños.
Era Agustina Zuleta, tía del pequeño Eusebio.
Al ver que su sobrino iba entre ellos, gritó desesperada para detener el carro.
Corrió hacia él, lo tomó en brazos y lo escondió, arriesgando su propia vida para salvarlo.

Durante días, Agustina lo cuidó en secreto, aplicándole remedios de plantas y hierbas hasta lograr que sanara.
Eusebio sobrevivió, aunque las cicatrices de la viruela quedaron grabadas en su piel para siempre, como testimonio de lo que había pasado.

Gracias a ese acto de valentía y amor, generaciones enteras pudieron existir.

“Yo estoy viva —dice su bisnieta desde Rosario, Santa Fe— porque mi tía bisabuela salvó a mi abuelo de la muerte. Estoy eternamente agradecida con ella.”

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