Sus abuelos pasaron la vida trabajando el campo en San Martín del Valle.
Sus días empezaban antes del amanecer y terminaban cuando el sol ya se escondía tras los olivos. No conocieron descanso, pero sí el valor del esfuerzo y la esperanza en que sus hijos vivirían un futuro mejor.
Décadas después, esa esperanza se hizo realidad: su bisnieta estudió medicina y hoy trabaja en Harvard.
Porque, en el fondo, su historia no empieza en las aulas, sino en aquellos surcos del campo donde nació la primera semilla del sueño familiar.
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